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LIBERTAD

Elizabeth Echevaria

Navego inmersa en un mutismo incierto

En el cual sin querer vago profundo,

No he podido escapar, pues no han abierto

Los inquietos encierros de este mundo.

Se alzan altas y vastas las murallas

Donde el libre albedrío se va ahogando

Y como en el arrecife el barco encalla

Se han ido mis anhelos atorando

Quiero gritar si siento que no quiero

Vivir como me obligan a vivir,

Quiero vivir viviendo porque muero

Si no remonta más alto mi existir.

Las alas que volarán a mi aventura

¿Están aun escondidas? No lo se

Tal vez como en el germen viven muertas

Y en un instante puedan renacer.

Yo quiero que me crezcan esas alas,

Volar cual la gaviota sin temor

Porque de la verdad lo verdadero

Hará que se acabe el miedo con valor.

Libertad, amiga hazme valiente

Y hazme ser como soy sin miedo a ser,

Que pueda gritar feliz, abiertamente

Si la tristeza, la nostalgia o el querer

Hilvanan en las urdimbres de mi ser.

O si llega algún ímpetu divino

A traer un preludio de placer

que limite las vallas del camino.

En silencio de ausencia el alma escapa

Entre arreboles gratos de color

Y al partir libremente se alza al alba

En una fugaz huida sin dolor.

Amanece a la noche alada y santa

Envuelta en un rutilante torbellino

De violines y cantos celestiales

Que le dan la bienvenida a su destino.

NOCHE DE PAZ

(Narrador)
¡Qué hermosa noche fue aquella!

¡Qué ocasión tan primorosa!

El río fluía cantando y

Más allá, entre pomarrosa

Los coquíes entonaban

Coplas y rimas preciosas,

Mientras las ramas movían

Coquetamente sus hojas.

Las damas reían contentas

Cacareando contagiosas,

Iban y venían dispuestas

En ovaciones ruidosas.

Y para animar la fiesta:

¡EL CUATRO!

El cuatro se estremecía

Cuando lo iban afinando,

Todas las cuerdas crujían

Porque lo estaban templando.

Y de su cuerpo salían

Unos acordes gloriosos.

En medio de la algarabía

Todo era maravilloso.

Se oían coros y canciones

¡Qué bullicio, qué alegría!

Hasta recitaban versos

Que acababan en poesías.

Los mancebos muy melosos

De amor y pasión ardían

Acercándose entusiastas

A las doncellas que había.

Llegó un hombre a aquella estancia

Con un porte muy sombrío

Y el cuatro calló a la instancia

De cesar el griterío

Por un momento cesaron

Los ecos de la reunión

Y todos le contemplaron

Con esmerada atención.

El, quitándose el sombrero

Lo depositó en la mesa.

Así comienza la historia

Según en mi mente reza.

(El Anciano)
Mis amigos ¿Cuántos pueden

Escucharme en esta pieza?

Se hizo un sepulcral silencio

Y le vieron con extrañeza

Las miradas se posaron

Fijas en aquel semblante

Que aun luciendo muy cansado

Se conservaba galante...

"Como ven, estoy muy viejo

Y aunque con mucha experiencia,

No soy poeta ni gozo

De conocer mucha ciencia,

Pero he visto por añejo

El porqué de la existencia

Y cuando me vaya al cielo

Quiero ir limpio en la conciencia.

En otros tiempos yo era

Fiestero como el mejor,

Pero es porque no entendía

El amor del Salvador.

Iba buscando en las fiestas

Placer y gozo sin fin

Las fiestas si me embriagaban,

Mas nunca me hacían feliz"

(Narrador)
Todo el mundo le observaba

En ademán de atención.

El, tornando la mirada

A un joven se dirigió.

"Quiero darles un consejo

Que ha de ser de bendición,

Prueba de amor que les dejo

En esta linda ocasión:

Cambia el mundanal festín

Por la paz que da el Señor,

Invita el cuatro a sentir

Una nueva inspiración.

Dios en su misericordia

Te premiará con su don

Invadiendo con su gloria

Por siempre tu corazón.

Entonces serás feliz

Con una paz eternal

Pues aquel que tiene a Dios

Nada más le faltará".

Narrador
El hombre cerró los ojos

Conteniendo la emoción

Mientras en sus labios rojos

Balbucía una oración.

Se prolongó en el silencio

Un vaho suave de piedad

Y el vocerío en concierto

Entonó "Noche de Paz".